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Los verdaderos fundamentos de una civilización basada en la libertad se encuentran eninstituciones inseparables la una de la otra como la familia y la propiedad privada. La diversa forma en la que arraigaron a lo largo y ancho del planeta tales instituciones le permitió a la humanidad no solo sobrevivir, sino sentar las bases de un futuro progreso que lograse romper las barreras de la «trampa malthusiana», ya que hasta entonces la humanidad se mantenía en un una sucesión de recurrentes crisis de supervivencia. Contrario a lo que suele pensarse, el inusitado crecimiento económico de los últimos dos siglos es logrado a pesar del surgimiento del Estado y no gracias al mismo. De manera que la afirmación que sostiene que vivimos «el mejor de los mundos posibles», exige una enmienda de cara a una nueva narrativa favorable a la libertad y por supuesto, al progreso de la civilización.