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La asombrosa relación de obras de arte, descubrimientos y revoluciones científicas, teorías estéticas y filosóficas, libros, viajes, personajes y controversias convierten este ensayo en una de las historias culturales más originales e intuitivas publicadas en los últimos años. El itinerario propuesto por el autor se orienta al análisis e interpretación del significado artístico y los valores simbólicos de las ruinas, restos arquitectónicos que hacia la primera mitad del siglo XV adquieren, a ojos de sus contemporáneos, una nueva consideración, mudando de su carácter de cantera en desorden a la condición de vestigios venerables de otra hora del mundo, dignos de ser recreados en un sinnúmero de obras de arte. En este recorrido, que llega hasta el siglo XX y la devastación física y moral provocada por las grandes guerras mundiales, presenciamos también la aceleración y el cambio de mentalidades que se sucedieron en Occidente y la consiguiente evolución que sufrió el sentido y la finalidad de la representación de esos restos del pasado. Efectivamente, las ruinas no tuvieron el mismo significado ni sirvieron al mismo fin en Botticelli, Piranesi, Chateaubriand o Freud; y si en el Renacimiento —que les dio nueva vida como símbolos de perfección y continuidad de la grandeza clásica— valieron como cimientos de una nueva ciencia, apegada a los datos objetivos y la verdad, como fue la moderna Historia cultivada por los humanistas, los siguientes siglos las cargaron sucesivamente de melancolías y soledades, megalomanías y brumas, destrucción y pesadillas. A caballo entre la indagación estética y literaria, entre el comentario histórico y filosófico, Manuel Gregorio González descubre aspectos cruciales de nuestra cultura explicados mediante la figuración de esas nobles ruinas que hoy, como toda la herencia de los tiempos pretéritos, parecen sumidas en una profunda crisis.