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William Wilkie Collins (Londres 1824-1889), dramaturgo, novelista y prolífico autor de relatos, era hijo del pintor William Collins y ahijado del también artista David Wilkie, a quienes debe su nombre. A los 17 años comienza a trabajar en una empresa de comercio de té mientras escribe «Ioláni, o Tahití tal como era» (Gótica nº 32), obra que no vio la luz hasta más de un siglo después de su muerte. Estudió Derecho y, aunque nunca llegó a ejercer, sí utilizó los conocimientos jurídicos en muchas de sus obras, y la crítica le considera uno de los padres del género policiaco. En 1851, Collins conoce a Charles Dickens, al que le unirá una profunda amistad y publicará en su semanario All the Year Around sus principales obras: «La dama de blanco» (1860), «Armadale (1866)» y «La piedra lunar» (1868). Tras la muerte de Dickens en 1870, su popularidad decae, las habituales reflexiones sociales en sus historias van eclipsando el estilo, y una adicción al láudano, que tomaba para aliviar los dolores de la artritis, deteriora su salud. Los cuentos reunidos en esta selección muestran el instinto del autor para mantener en suspenso la atención del lector. En «Monkton el loco», Alfred, joven heredero de la rica abadía de Wincot, cancela inexplicablemente su boda y parte para Italia en busca del cadáver de su tío... ¿Lo impulsa la maldición de la locura hereditaria que se rumorea que arrastra su familia? La habilidad de Wilkie Collins para alargar, retorcer, hilvanar y reinventar tramas mediante detalles ambientales o personajes secundarios logra que cada uno de ellos nos desvele la cara siniestra de la vida cotidiana. No sin razón, Borges le tenía por el maestro de la intriga.