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El hombre que fue Jueves, una de las novelas más populares del escritor y polemista británico G.K. Chesterton, pertenece a una variedad literaria peculiar. Aunque su revestimiento externo es el de una ingeniosa trama policiaca, donde el suspense y la sorpresa juegan un papel destacado, la crítica ha creído ver en esta obra una novela de tesis; también una fantasía policiaca, un relato onírico, o un panfleto político. El fino sentido del humor de Chesterton lanza sus venablos envenenados contra la filosofía de Schopenhauer, encarnada en el profesor de Worms, contra el pensamiento de Nietzsche o la ideología anarquista emergente de su tiempo. Según Chesterton, se trataba de un nuevo tipo de novela, una historia en la que se tipifican pensamientos modernos, pero no con argumentos, sino con incidentes simbólicos: una comedia alegórica. Su proverbial ingenio le permitió contar dos historias a la vez: una entretenida y superficial, y otra trascendente y enigmática, vinculando los acontecimientos del relato con versículos bíblicos, aunque fue lo suficientemente inteligente para que este mensaje no ahogase la historia: prefirió que la liviandad y el sentido del humor primasen ante cualquier otra consideración al narrar las aventuras del detective y poeta Gabriel Syme en su cruzada fantástica contra una conspiración anarquista, en un Londres emblemático, la ciudad del fin de los días, un enorme Leviatán en el que se libra la batalla definitiva entre el Bien y el Mal.