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En el verano de 1845 Thoreau abandona la casa familiar de Concord y se va a vivir a una cabaña que él mismo ha construido junto a la laguna de Walden. Pero Thoreau no se marcha a los bosques para «jugar a la vida», sino para «vivirla intensamente de principio a fin», y a partir de esa experiencia, que se prolongó durante dos años, escribió uno de los clásicos fundamentales del ensayo moderno: Walden. ¿Qué es entonces Walden? Tanto un experimento literario sin precedentes como un manual para la buena vida: un libro escrito contra toda servidumbre y prejuicio, a favor de la felicidad como única riqueza del ser humano. Walden es una defensa de la vida libre y salvaje, así como una crítica feroz de la sociedad, sus costumbres y sus imposiciones, que apenas han variado desde la época de Thoreau hasta la nuestra. Walden es un cuestionamiento radical y directo de la institución del trabajo como adocenamiento y del mercado como único dios, así como una lúcida defensa de la simplificación de la vida y del camino que nos lleva a perseguir su esencia y sus placeres cotidianos. Walden es una reflexión sobre la necesidad de preservar tanto la naturaleza y el planeta como el meollo de nuestra propia existencia individual e irreductible. Walden habla de lagunas salvajes y de hombres sabios, de las montañas de Nueva Inglaterra y del Bhagavad Gita, de alces y de shakespeares, de esclavos huidos y de trabajadores sonámbulos, de la belleza del fuego hogareño y de la Gran Nevada, del silbido devastador del ferrocarril y del recóndito ululato del búho, de la erudición de los indios Massasoit y de la banalidad de los eruditos de Harvard, de la belleza absoluta de la soledad y de la importancia inconmensurable de la amistad, del bienestar que exhiben las marmotas y del malestar que aqueja a la mayoría de los seres humanos. Según las propias palabras de Thoreau, «Walden es un libro escrito para esa mayoría de hombres que está descontenta con su vida y con los tiempos que le ha tocado, pero que podría mejorarlos. Y también para aquéllos en apariencia ricos, pero que en realidad han acumulado basura y cosas inútiles y no saben muy bien qué hacer con todo ello».